Hace un año que visité el parque de High line en Nueva York. Este parque fue construido sobre lo que en su día fue un paso elevado para una línea de ferrocarril de mercancías. Desde un principio me ha sorprendido su diseño, y en directo, sin duda que también llama la atención.

Poco queda ya de las imágenes que se veían al poco tiempo de inaugurarse . En estas imágenes se veían las plantas incipientes y poco desarrolladas. Tanto que cuando planifiqué la visita pensé que iba a tener al sol como compañero, junto con el calor que le acompaña. Y más realizando visita en agosto. Sin embargo, me encontré con que la vegetación hacia la suficiente sombra como para que el paseo fuese agradable. A esto había hay que añadir que había na pequeña brisa que procedía del aledaño rio Hudson. Además, en el parque hay fuentes y zonas de sombra a modo de “cueva” cuando se pasa algún edificio que hacen agradable la visita incluso en verano.

El trabajo que ha realizado el paisajista Piet Oudolf es ahora mucho más visible. Haciendo patente lo que desde un principio los vecinos deseaban: tener un parque con apariencia de ser natural, poco formal en cuanto a la disposición de las plantas. Formalidad que hace presente en el diseño de los arquitectos James Corner Field Operations, Diller Scofidio + Renfro

Revulsivo para la zona.

La segunda sorpresa que me llevé e parque ha fomentado la revitalización de esta zona. Poco queda ya del uso industrial que predominaba en esta zona. Los pocos edificios industriales que quedan no tardarán en cambiar su uso. Al igual que los, ya pocos, edificios abandonados de la zona que se intuye que pronto dejaran de estarlos.

Está siendo un revulsivo para la zona. Un revulsivo inesperado ya que la reforma de esta parte de Nueva York contemplaba el desmantelamiento del paso elevado de la línea de mercancías y que gracias a la movilización de los vecinos se ha evitado. Una zona que ayudado por el tirón que está dando el parque ayudará al resto de proyectos previstos. Todo esto hará, sin duda, que hará que se convierta en una zona pujante.

Repercusión como el Museo Guggenheim en Bilbao.

La zona ha sido tocada por la “varita mágica” de los proyectos singulares que hacen mover el dinero a la zona donde se instalan: hoteles, tiendas de lujo, nuevos museos… The New York Times lo compara con la repercusión que tuvo el Museo Guggenheim en Bilbao.
De hecho, se ven grúas construyendo nuevos edificios o rehabilitando los antiguos almacenes. Destacable es la creciente oferta de apartamentos y hoteles con vistas al parque, listos para ser usados por los turistas que acudan a Nueva York. Estos suelen ser usuarios de este parque, ya que se ha convertido en un destino turístico.

Un parque muy vivo.

La entidad privada que lo gestiona organiza exposiciones al aire libre, actuaciones y otros actos abiertos a los visitantes. Visitantes que se estiman que están entorno a los 5 millones de personas al año, algo que, sin duda, se incrementará con el nuevo tramo que se ha inaugurado el pasado día 21 de septiembre.

Imprescindible para planificar una visita al parque es la página web de amigos de High Line, donde podremos ver las actividades programadas, así como información relativa al parque.

De Sur a Norte.

La visita la realizamos desde el sur a la zona norte. Así recorrimos el parque desde la fase más antigua a la más moderna que aún no estaba abierta. Entramos por lo tanto por la calle Gansevoort, en el límite de Greenwich Village y Chelsea. Lo primero que nos encontramos fueron las obras del Whitney Museum of American art, de reciente inauguración. Lo primero que nos sorprende es la vegetación es mucho más frondosa que la que esperamos. Y lo podemos ver contemplando la siguiente imagen con la que hay en nuestro anterior artículo sobre este parque.

Fases de construcción muy reconocibles.

En el parque son reconocibles las fases en las que se ha realizado. No por el estado de las plantas sino por el diseño. Habiendo una parte de un paso más amplio, y menos angosto que la segunda fase, en la que el parque se encierra entre antiguos edificios. Y termina en la tercera fase, última que se ha inaugurado. Esta fase está entre las calles 30 y 34 en el que el parque bordea una gran superficie con vías de estacionamiento de trenes (The West Side Yard). En esta zona se realizarán numerosos proyectos como el complejo Hudson Yard, con ciertas semejanzas al conocido Rockefeller Center.

En la calle 13 atravesamos un edificio, en ese pasaje están habilitados zonas para eventos y tienda de recuerdos. Muchos de sus productos lo podemos comprar en la web de Friends of The High Line. Interesante fueron los distintos libros sobre el parque que vendían: sobre la historia de esta línea, sobre las plantas, el diseño….
Para terminar, no podía faltar en este pasaje algunas terrazas donde poder tomar algo.

Vestigios del pasado.

En el trayecto que vamos haciendo hacia la calle 30 nos encontramos vestigios que quedan del pasado industrial de la zona.

Y también vemos, ya pocos, vestigios de arte urbano:

Además de tumbonas y fuentes podemos encontrar algunos miradores de las calles que pasan por debajo del parque como es el mirador de la décima avenida.

Hasta llegar a Chelsea hay una sucesión de espacios más o menos abiertos, donde poder descansar.

Durante todo el recorrido el diseño a respetado las vías existentes, y en muchos casos, el mobiliario urbano evoca el pasado ferroviario de la plataforma en la que se asienta.

En Chelsea, en la segunda fase de este parque, es la zona más estrecha. Sin embargo, podemos encontrar, entorno a la calle 23 una zona de pradera.

Zonas fuera de flujo.

El parque aprovecha las bifurcaciones que existían en las vías para crear entornos fuera del flujo del parque, creando zonas no tan concurridas.

En el cruce con la calle 26, nos encontramos con otro mirador, más pequeño que el anterior.

Tras el tramo angosto el parque se abre para encarar la última fase que era la zona en la que había más obras.

última fase del parque.

Llegamos a la calle 30, era la zona que no estaba abierta y que se inauguró en el mes de septiembre del pasado año.

Esta última parte se presenta como la más abierta y va hasta la calle 34.

En este último tramo, el parque gira hacia el río Hudson bordeando la zona de estacionamiento de trenes.Y ya en la calle 34, en el límite de Chelsea con Germent District, la plataforma va bajando hasta terminar a nivel de calle.

Esta última zona seguirá durante mucho tiempo de obras debido al gran desarrollo urbanístico que tiene la zona. En algunos tramos el parque estaba protegido por andamios para que no la afectase las obras aledañas.

Y todo esto ha dado la visita a High Line, un parque que merece la pena visitar en tu visita a Nueva York por lo que supone y lo que va a suponer en esta ciudad. Espero que os haya gustado.

Para saber más: